Cuero, columna de Ricardo Silva publicada en El Tiempo sobre la libertad de expresión.




Ricardo Silva Romero
 

Ricardo Silva Romero

Cuero

Que más bien tengan cuero todos los funcionarios de esta administración vieja que ha sido reelegida para ser nueva
El periodista criollo Hassan Nassar, uribista e incansable, critica al Gobierno en su cuenta de Twitter aunque muchos –empezando, al parecer, por ciertos funcionarios santistas– le griten que se calle. No, no me identifico con su estilo, ni vi mucho su programa de televisión, 360 grados, ni estoy de acuerdo en nada con él ahora que lo pienso. Yo a diferencia de él, por ejemplo, sospecho que el expresidente Uribe no va a ir al Senado a servirle a “la patria” aquella que enarbola la ultraderecha, sino a reclamar el poder que siente que le robaron, y que es suyo y solo suyo. Pero apenas lo digo me llueve, como a Nassar, el odio pegajoso que llueve en estos climas. Y así, aparte de que su país es mi país, tenemos en común el derecho a decir lo que nos venga en gana mientras no calumniemos ni injuriemos a nadie, y el deber de tener el cuero duro que se necesita para soportar los insultos que son las reglas del juego.
Eso es: no me gustan ni un poco el uribismo que piensa, ni el uribismo que dice (no me gusta, ni un poco, el uribismo), pero defiendo como si fuera mío el derecho de Nassar a repetir una y mil veces lo que no me guste.
No hay punto medio en este caso: o uno está convencido de que Nassar puede decir todo lo que quiera decir aunque sea absurdo, o se rinde ya ante el autoritarismo; o uno cree en la libertad de expresar las ideas que empujan a las náuseas, o elige de una vez la tiranía; o uno defiende como la vida misma el derecho a decir las barbaridades que se piensan, o vive la barbarie en la tras escena de una civilización inútil. Que vengan día a día, pues, las infamias de la ultraderecha, las sentencias obtusas de la izquierda, los agravios de los lectores anónimos, las patrañas cansinas de los políticos, las vergüenzas que se escriben en las cobardes paredes de internet: que se diga todo lo que se deba decir, aunque incomode, aunque moleste, si no se pasa por encima de la ley.
Hace un par de semanas, cuando la Selección Colombia ponía en su lugar a la sucia campaña presidencial, Nassar –según dijo a la W– renunció a la presentación de su programa porque no soportó, pues no tenía por qué hacerlo, las asfixiantes quejas que ciertos funcionarios del Gobierno daban al dueño del canal en el que trabajaba: el fantasmal Cablenoticias. Según dice Nassar, esos funcionarios coléricos, sin duda los santistas más desocupados del mundo, no estaban de acuerdo con la línea editorial de su espacio de debates, ni mucho menos con los comentarios zuluaguistas en su cuenta de Twitter. Y él dejó su trabajo porque hay que tener cuero grueso si se quiere soportar las afrentas de cada día, sí, y un buen paraguas para la basura que cae del cielo apenas uno dice lo que piensa, pero nadie tiene por qué encarar el matoneo de ningún gobierno.
Que más bien tengan cuero todos los funcionarios de esta administración vieja que ha sido reelegida para ser nueva. Que no se siga perdiendo nuestro tiempo llamando al odio contra las modelos que se burlan de nosotros ni se paguen más burócratas que gasten la tarde vigilando a los periodistas que se salen de las manos. Que este gobierno aguante tirones. Que resista las injusticias, las arbitrariedades, las ofensas que resistimos todos. Que soporte las críticas por su ineficiencia. Que, ya que se trata de acabar las razones de la guerra y pasar la página, no herede –del uribismo del que hoy tanto reniega– ni la convicción de que esto es suyo, ni la tentación de gritar el grito más duro, ni la idea de que “la patria” hace bien evitando las opiniones en contra. Por Dios: luego de cuatro años de llevar lo nuestro, y por el bien de los cuatro más que vienen, este gobierno tiene que haberse acostumbrado ya a la democracia.
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Ricardo Silva Romero

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